Desconocida, infravalorada… la parálisis facial existe, es real, y sus consecuencias van mucho más allá del aspecto estético. Por este motivo creo que es importante que la población se familiarice con este trastorno y me parece crucial compartir información sobre los avances que se han producido en este campo. Ante todo, cobra gran valor dejar de lado la resignación o el retraso en pedir consulta por ignorar los síntomas o temor a reconocerlos. El siguiente paso es ponerse en manos de profesionales experimentados en cirugía plástica, estética y reparadora.

El rostro es nuestro órgano principal con el que compartimos nuestras emociones (sonrisa, llanto, queja, asombro…), pero cuando se sufre de parálisis facial, la persona afectada se ve incapacitada en muchos gestos cotidianos que ejecutamos sin pensar: cómo cerrar un ojo o sonreir. El paciente puede sufrir desviación de la boca hacia un lado, dolor en el oído ante ruidos fuertes, ausencia de sensibilidad en el conducto del oído de la mitad de la cara afectada, como también falta de lágrimas, saliva o gusto en la parte anterior de la lengua. Todas estas premisas son los principales síntomas de la parálisis facial, una lesión del nervio facial que provoca la detención de los músculos que intervienen en la expresión de la cara.

Es necesario saber que se trata de un trastorno relativamente común, porque afecta a 25 de cada 100.000 personas al año. Aunque es una afección con la que se puede convivir, ocasiona serios problemas en el habla, la masticación, entre otras, lo que acaba afectando a las relaciones interpersonales del paciente y, sobre todo, a su autoestima.

Detrás existen distintas causas, aunque la más frecuente es la idiopática, llamada parálisis facial “a frigore” o de Bell. La base de esta enfermedad no está clara, aunque entre las teorías que se barajan entra en juego el papel del virus herpes zoster u otras infecciones víricas y bacterianas, ciertos agentes tóxicos, el frío o determinadas enfermedades del organismo que afectan de forma secundaria al nervio facial pueden. Otros tipos tienen su origen en traumatismos o tumores intracraneales.

Los especialistas que nos dedicamos a la cirugía estética y reparadora sabemos que en un porcentaje muy alto de los casos, superior al 80%, los pacientes recuperan la movilidad con tratamiento médico, sin necesidad de pasar por quirófano. Pero, por nuestra experiencia, también conocemos que el retraso en el diagnóstico deteriora la musculatura facial denervada disminuyendo así las posibilidades de recuperación. Los avances quirúrgicos nos acercan cada día a nuevas vías de intervención que permiten solucionar esta patología, pero sobre todo el gran avance ha llegado de la mano del abordaje multidisciplinar.

Junto al cirujano están los otorrinolaringólogos, los especialistas en pruebas de imagen, rehabilitadores, entre otros muchos. Disponemos de múltilples técnicas microquirúrgicas que logran transmitir fibras nerviosas desde los nervios sanos de la cara y el cuello, para que los músculos del rostro produzcan movimiento bajo las órdenes de otras áreas motoras. Estas técnicas necesitan de un periodo posterior para adaptarse y para la rehabilitación. Entre las más importantes destacan  el injerto cruzado desde el nervio facial sano (cross-face), las transferencias de nervios cercanos o el trasplante microquirúrgico de musculatura viable desde otra parte del organismo.

Cada tratamiento puede requerir la combinación de varias técnicas, pero la ‘hoja de ruta’ para afrontar la parálisis facial se basa en el equipo multidisciplinar con experiencia en este campo. Por todo ello, creo que es necesario que ante los menores síntomas de la patología se consulte con un especialista. En nuestro centro estamos abiertos a cualquier consulta y asesoramiento.

Compártelo: