Enrique Pérez Luengo, cirujano plástico del Hospital Nuestra Señora del Rosario. La necesidad profesional dio paso a la vocación y, más tarde, a la devoción por la fotografía y las cámaras que, en sus manos, son leyendas vivas.

Su afición por la fotografía y muy especialmente por las cámaras fotográficas comienza casi a la par que su formación en Cirugía Plástica, especialidad en la que la toma de imágenes del paciente de forma minuciosa, antes y después de la cirugía, es fundamental para disponer de documentos con valor científico. Actualmente, sigue combinando la parte profesional con la lúdica en la que su ‘fuerte’ son los retratos y los paisajes urbanos que realiza con cámaras fotográficas, algunas de la cuales son testigos de casi 80 años de historia.

PREGUNTA. Es dueño de más de cuarenta cámaras históricas. ¿Recuerda la primera?

RESPUESTA. Entré a trabajar en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid un mes de marzo y en el de mayo ya me gasté el primer sueldo en un cuerpo de cámara que compré en Andorra… Fui a arruinarme. Esa primera cámara tenía unas ópticas básicas y trabajé con ellas muchos años. El objetivo era de 50 mm, la óptica estándar de más calidad, y la cámara era una Canon T-90, que la sigo teniendo. Es más, tengo tres. La más avanzada, de la montura FD que sacó Canon.

Salté directamente de mis Canon analógicas a la tecnología digital.

P. ¿Qué diferencias encuentra entre una y otra tecnologías?

R. Cuando la dedicas a la diversión, te lo pasas igual de bien. Sin embargo, en la parte médica, el almacenaje y clasificación era un suplicio: llevar una cámara llena de diapositivas, clasificar pacientes, revelar, datar y a los seis meses, vuelta a revelar, clasificar, abrir carpetas con el mismo código; llevar al paciente al día. Ahora, la cámara digital facilita el trabajo. Sin embargo, hay matices: en la era analógica, los fotógrafos nos esforzábamos para conseguir buena técnica. En la era digital, la calidad técnica es muy elevada, pero “falta alma”, por lo que volvemos la mirada a nuestras cámaras antiguas, volvemos a revelar película hasta llegar al extremo máximo que es la fotografía estenopeica, como las cámaras Warmeer, principio de la cámara oscura descrita por Aristóteles, seguida por Da Vinci y asentada para fines artísticos por la escuela flamenca.

He fabricado cámaras con cajas y latas que han ofrecido imágenes increíbles. Es todo un reto.

P. De las cuarenta cámaras que posee, ¿cuál es su preferida y por qué le resulta más entrañable?

R. La que inicia mi afición: una Leica 2B que fue un regalo. Era del cura de mi pueblo, San Clemente, en Cuenca, un humanista muy avanzado para su época y con una elevada formación, que se la regaló a mi padre porque fue su albacea testamentario. En los años 60 se solía tener una Werlisa Color, así que una persona tuviera una Leica da idea de sus inquietudes. La recibí, la llevé a ajustar y fue la primera con la que empecé a hacer fotos en blanco y negro. Llegué a Madrid en 1987, compré un rollo de fotografía en la calle, me fui al templo de Debod y estuve haciendo fotos a mi novia, ahora mujer, y cuando revelé, vi el resultado y dije: ¡qué divertido es esto!

P. Las cámaras que adquiere ¿tienen historia?

R. Creo que sí, sobre todo cuando piensas quién ha sido su antiguo propietario. Tengo una alemana Zeiss Ercona 2, con un objetivo de primera y con la que, posiblemente, se hayan tomado imágenes de la II Guerra Mundial y de la posguerra. Esta otra, una Weltax 2, también es de Alemania y la utilizaban los alemanes para hacer fotos de fin de semana. Alguna vez aparece en alguna cámara una “chuletita” con letra pequeña con aspectos técnicos de la cámara.

Saber del propietario original es más difícil. Tengo una anécdota: he comprado alguna cámara con el carrete puesto a mitad de exposición, pero jamás lo he revelado; creo que es algo que no me pertenece y lo he mantenido como venía con la cámara.

P. ¿Le gustan el paisaje urbano y el retrato? Este último tiene gran relación con su profesión.

R. Sin duda. Hacemos un retrato técnico, con valoración de las proporciones y del equilibrio. En Cirugía Plástica y Reconstructiva, las fotografías están protocolizadas y se analizan para devolver la armonía. El paisaje urbano es el que más hago ahora, porque vivo en Madrid; utilizo Leicas ligeras, silenciosas, que no llaman la atención y con las que formas parte del paisaje urbano. Las cámaras digitales son ideales para hacer turismo, aunque casi siempre incluyo una analógica, aunque puedes tener problemas con los escáneres de los aeropuertos.

P. ¿No ha expuesto nunca? ¿Se ha presentado a algún concurso?

R. La verdad, no me interesa. Las fotos que hago de retratos, por ejemplo, las regalo a quien se las hago. Son para uso y goce personal.

P. ¿Cuáles son los primeros mandamientos cuando va a comprar una cámara?

R. Lo que más me preocupa es que funcionen; como pisapapeles no me interesan.

P. ¿Dónde suele adquirirlas?

R. Fundamentalmente por eBay.

Los vendedores suelen hacer descripciones muy reales y ajustadas de las cámaras que ofertan. Alemanes y japoneses son, en este sentido, bastante honrados.

P. ¿Qué cámara no ha podido adquirir y compraría ahora mismo a ciegas?

R. Pues es difícil; primero porque ya no hay casi cámaras de este tipo en venta y los que las tenemos no las vamos a vender. Además, los precios se han disparado. Mi Rollei 35 S costaba hace años 150 euros y ahora algunas pueden alcanzar precios de hasta 1.800 euros.

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